viernes, marzo 13, 2009

Maradona recurre a la amenaza para "limpiar" su imagen


Estaba leyendo la siguiente nota que salió en OLE hoy por la tarde, sobre lo que dijo Gorosito sobre los jugadores que llaman a un técnico para felicitar la ida de un jugador.

"Voy a esperar hasta la conferencia de prensa de mañana para que se retracte. Si no se retracta voy a ser muy duro con Gorosito y voy a contar su problema con Garnero", disparó. "Sé muchas cosas de Pipo que no me gustaría decirlas. En el fútbol nos conocemos todos". "Ojalá Pipo me llame para aclarar todo", concluyó un enojado Maradona. Y, a diferencia de Riquelme, Gorosito sí se comunicó con Diego y ambos, en el programa Indirecto de TyC Sports, firmaron la paz. "Hablé con él y aclaramos todo", tiró el técnico de River. "A Pipo se lo sacaron de contexto. El me dio sus razones y quedé muy conforme. Siempre le deseé lo mejor, nunca tuve problemas con él. Quedamos amigos como siempre", confirmó El Diez.

Después de haber leído esto, podemos sacar como conclusión que Riquelme no estaba tan errado al decir que “al técnico de la selección le faltan códigos”. No sólo le faltan códigos, sino que también recurre a la amenaza para tratar de “limpiar” su imagen (que ya no se limpia con nada). Luego de amenazar con contar cosas que no se saben sobre el actual técnico de River, cuenta que luego se hablaron por teléfono, arreglaron las cosas, y que “siempre le deseó lo mejor, nunca tuvo problemas con él y que siguen siendo amigos como siempre”. Claramente, no solo es amenazante el técnico de la selección, también es mentiroso, traidor, y “víctima”. Da pena.

En otra de las notas que salió en Clarín (http://www.clarin.com/diario/2009/03/13/um/m-01876166.htm) Maradona comenta “que Riquelme no me ensucie”. No, Maradona. Riquelme no es el que te ensucia. Riquelme, al que muchos califican de “pecho frío”, el que tiene problemas con todo el mundo, el caprichoso, el lento, el soberbio; es el único que se atrevió a dejar de lado una camiseta de mucho peso como la de nuestro país, a perderse un mundial y a enfrentar ante los medios su descontento con el técnico. Sin tenerle miedo. Algo que también deberían aprender muchos periodistas.
¡Bravo Román!

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